"El Infierno es vivir cada día sin saber la razón de tu existencia." - Sin City

lunes, 21 de abril de 2014

La Chispa



Se va oxidando la chispa, y alrededor del oxido y la corrosión se va formando una capa de frío metal. Se va nublando la visión, se pierde el detalle de lo cercano, solo formas lejanas se logran ver. La computadora pensante comienza a fallar, sobrecargándose de funciones, intentando reemplazar las del arruinado motor principal. Todo pierde rendimiento. Cuando dejamos que los sueños comiencen a apagarse, todo se apaga con ellos. Lo importante pierde sentido. Lo “sin sentido” cobra importancia. El espejo no nos reconoce, y nuestro entorno tampoco. Y si tenemos suerte, algún día volveremos a despertar de este hechizo de brujería social, miraremos a través de los agujeros del tiempo y querremos recuperar todo aquello que dejamos ir, pero los agujeros del tiempo solo son vitrinas de enseñanza con las cuales no podemos interactuar. Los reproduciremos una y otra vez, y de la somnolencia pasaremos al resentimiento por el pasado, las malas acciones y las estupidas decisiones. El ancla no nos devolverá atrás, pero no nos dejará avanzar. Otra vez el cuerpo seguirá su camino a través de los senderos del tiempo, mientras el alma se queda estancada en el peaje del aprendizaje por no querer pagar con entendimiento y aceptación. No te duermas nunca. No te apagues ni por un segundo. Nunca dejes de moverte. Nunca descanses de tus sueños. Mantén la mente activa y pensando. Siente. Todo. Desde la tristeza desgarrante a la rebosante felicidad. Del iracundo odio al desinteresado amor. No pierdas lo que realmente vale, a quienes realmente valen. No cambies nada de eso por convenciones sociales. Por equivocadas ideas de los demás. ¿Cuántas de sus sonrisas son reales? No cambies vos.

- Buscá un sueño.

- Soñalo con fuerza.

- Imaginá cumplirlo.

- Dejá de imaginar.

- Comenzá a accionar.

- Un paso primero.

- Luego otro.

- Soltá el miedo.


Apaga las voces de las negatividades y los “no puedo”. Todo es posible, todo se puede, cuando de verdad se quiere. Cuando uno se quiere. Hay una energía en tu pecho en este mismo momento mientras lees esto. Reconocela. Amigate con ella. Recordala. Recordá cada vez que te visitó. Recreá esos momentos. Y este. Mantenela viva cada segundo de tu vida porque, si esa llama se apaga, corres el riesgo de apagarte, para siempre. Que nada ni nadie te apague y buscá eso que siempre quisiste: Ser feliz. Es tu derecho y obligación.

martes, 15 de abril de 2014

Luna Roja






Las 2:00 AM del día de mi cumpleaños, sentado en la terraza, aguardo solo que la luna se ponga roja como mi dolor, vestido y abrigado como un delincuente, esperando robarle algo de magia. Arropado con una frazada como un indigente, esperando que el satélite se apiade de mí con su limosna de color. La fabrica de acero dejó de sonar, el motor de agua del tanque también, solo el mismo álbum que me mantiene calmo resuena en mis auriculares. Mi gata mas grande vaga por la noche, los dos mas chicos volvieron a su refugio, aun temo que me quiten algo tan hermoso e inocente. Aun dudo que la luna brinde su espectáculo prometido. Hace meses me prometieron una lluvia de estrellas que esperé acompañado, y aun sigo esperando, solo. Me prometieron sueños y esperanzas, y aun sigo esperando. La lentitud del espectáculo me da un indicio de lo que temo, el día será más lento aun. Por una vez en mi vida deseo con toda mi alma que este día no suceda, que pase como uno mas, y esa es la pauta para que la vida se proponga convertirlo en el cumpleaños mas largo y mas lento de todos. Si no fuera por mi música, un silencio absoluto lo dominaría todo, pero prefiero negar la real soledad con esa ficticia compañía. Tal vez baje a buscar el libro infantil que hace 2 días comencé a leer, buscando encontrarme. Mi gata regresa, anunciándose a gritos y reclamando caricias. Es hermosa, mimosa, curiosa e inquieta. Por unos minutos me brinda una pizca de compañía. Volvió hecha una cachorra, tal vez por la magia del acontecimiento astronómico, tal vez por que por primera vez en meses, esta a solas conmigo, desde que dio a luz a uno de mis gatitos. Los otros dos no sobrevivieron. El otro cachorrito lo rescaté hace un par de semanas a esta misma hora, no soportaba escucharlo llorar, tan chico, tan solo, en el medio de la noche. Veo como la luna va perdiendo su halo, su alma. Como yo. La oscuridad la va consumiendo, pero antes de perderse y volverse roja, sus detalles son cada vez más notorios, capaz así la oscuridad la consuma mejor, sin olvidarse de ninguna parte, como hizo conmigo. Extrañamente, un tren anuncia el inicio de un viaje de ida, al final la luna se verá igual que antes, pero nunca será la misma. Por un momento todos sus lados habrán sido el lado oscuro que nos venía ocultando. Nos revelará su faceta menos iluminada y nunca volveremos a verla del mismo modo. Mi gata vuelve a su vagabundeo. Bajo en busca del libro infantil y pañuelos. Nunca fui amigo del frío. Al intentar entrar recuerdo lo mal diseñadas que están ambas puertas, casi superpuestas, y que debería haber cerrado solo una de ellas. Por un segundo pienso que me quedaré afuera toda la noche. Busco soluciones: abrir la puerta como los delincuentes astutos de películas, con un alicate para uñas, termino haciéndolo como los delincuentes brutos y violentos del cine, rompiendo el alambrado y forzando la puerta, irrumpiendo en la casa como el delincuente que aparento. Me robo a mi mismo mis objetivos y vuelvo a subir, sin cometer el mismo error con las puertas. El eclipse lleva un ¼ de su proceso. Obviamente no me esperó, nada lo hará. Las estrellan observan alejadas la transformación de su amiga, temerosas, precavidas. Yo quisiera estar mas cerca, estar en la luna mientras la oscuridad me abraza. Sería una mancha negra, incluso antes de que la sombra del planeta me toque. Mi eclipse jamás terminó. Me pregunto cuantos seremos los desvelados observadores del ballet cósmico ¿Con que razones? ¿Con que interpretaciones? ¿Por la pura poesía o por la moda impuesta por los medios informativos? ¿Cuántos cumplirán años este día, como yo? ¿Cuántos estarán festejando o ultimando los preparativos? ¿Cuántos no verán la hora de que termine la fecha? Me acabo de enterar que cumplo el mismo día que el “Viejo” Breccia, un ídolo que hace rato pasea por las tierras de San Pedro. Y el eclipse va por la mitad. Pienso en que nunca entendí los eclipses y porque no pasan mas seguido. Y en que la cámara no logrará captar bien el momento, y solo quedará en mi memoria, como tantas cosas olvidadas. Un helicóptero irrumpe a un costado de la noche con sus estrellas artificiales, un avión cruza de lado a lado, nadie quiere estar ausente. Apunto mi linterna al cielo, pero no sirve de nada, la oscuridad sigue tragándose a la compañera de los poetas desvelados. Poco queda de ella sin cubrir. El ultimo instante es el mas largo, pareciera que la luna peleara por mantenerse pura e iluminada, pero al final perderá, como yo. Mis ojos ya no dan mas, pican y arden. El evento llega a su punto culmine y me voy a dormir con otro eclipse sobre mi. Volveré unos segundos, cuando la luna este a mitad de su recorrido por las sombras, en su momento mas oscuro, para darle un poco de compañía y recordarle que volverá a brillar. ¿Cómo yo?

viernes, 4 de abril de 2014

Oscuridad Interna


Mugre, negra, sucia, roñosa, que encastra, como flechas negras como la sombra, con plumas de cuervo y puntas de jeringa, que se clavan en mi interior y extraen lo poco que queda de mi esencia. Un sueño explotó en mi cara y se llevó la magia del mundo. Se llevó con ella, mi alma y tres cuartos de mi yo. Ya nada tiene color, todo es negro y oscuro. Quien busca mis ojos, busca mi alma, quien busca mi alma, busca la muerte, quien mira mis ojos, encuentra un vacío negro que consume alegrías y emociones. Escondo mis ojos tras lentes tan oscuros como mi interior. Ya no hay luz, ya no hay estrellas. Ni hadas. Ya la luna no ilumina la noche, ya el sol no resplandece de día. Alas negras, putrefactas, resecas, fétidas, marchitas, resquebrajadas, rotas. Que contaminan con su pútrido parásito, mi interior. Ratas zombies corroen mis entrañas. Y te busco y no estas. Y apareces en donde no estabas, en todos lados. Y apareces en donde estabas, en todos lados. Y te busco. Y no es a vos a quien busco. No busco a la que estuvo, busco a la que estará. La que me encuentre en este pozo que no encuentran mis amigos, porque no les digo donde esta, porque no se donde esta. Y es difícil ser artista. Porque nunca entienden que el artista es un puerco que a veces tiene que nadar en su chiquero, porque nunca entienden que a veces el artista es un puerco condenado que adora ahogarse en su chiquero, porque cuando ya no hay mas nada, cuando no se puede mas sentir mas nada, esa es la única forma de sentirse vivo. A veces el arte sintoniza con mi centro, ya de tamaño subatómico, y lágrimas diminutas y explosivas brotan de mis ojos y ruedan por mi rostro marcándole a fuego las arrugas invisibles de mi interior. Una mascara insostenible con forma de mueca de sonrisa, que no convence a nadie, ni siquiera a mí. Un espejo refleja un muerto que camina, la sombra de un soñador que murió. No es depresión, ojala lo fuera. La depresión era una mujer que me golpeaba y me hacia sentir tristezas. Este es un vacío en forma de pozo, sin principio ni final, sin arriba ni abajo, sin paredes. Floto en él, y hacia donde vaya hay oscuridad y soledad. Porque estoy solo entre amigos, en familia o en el trabajo. Muchas veces quiero morir. Matar cada célula de mi cuerpo, una por una, aunque me tome el resto de mi existencia. Y mi respiración se esfuerza por seguir. Y soy valiente, y desgraciado, caminando muerto por este mundo asesino, que mató mis sueños, esperanzas e ilusiones. Y sigue libre, porque es corrupto, como el juicio, el juez y los abogados presentes. Como la policía que exhumó los cadáveres. Las recuerdo, corriendo y saltando alegres, tomadas de las manos, con amplias sonrisas y los ojos iluminados. Recuerdo como me susurraban al oído sus cuentos de hadas infantiles, de futuros prometedores, de amores eternos, de magia. Y murieron y ví la mentira. Porque eso es la magia, mentiras. Mentiras que les contamos a nuestros seres queridos, para que no vean lo que nosotros, para que no sufran lo que nosotros. Y si tenemos suerte, llevaran esas mentiras hasta la tumba y a través de las generaciones, pero no dejarán de ser mentiras. Tumbas que entierran la verdad y florecen como hiedras venenosas contaminando la realidad, esa dama que se pasea por el mundo apagando sonrisas y bebiendo daiquiris de lágrimas y dolor, adornados con los frutos de sangre: corazones rotos extirpados de los enamorados que se cruzó por el camino. Y bebe sorbo a sorbo deleitándose de placer con el dolor evocado en cada lágrima, mientras se sienta cruzando los pies y viendo en pantalla grande su película favorita, “La mentira del Todosepuede”. Y yo la veo, al otro lado de la pantalla, mientras, por un segundo, vuelvo a ser algún yo, porque esto soy, el instante en que el papel absorbe la tinta, la lapicera a toda prisa y con fuerza furiosa manchando la hoja. Ese instante, ese milisegundo, es la síntesis completa de mi vida. Vivo entre el instante en que lapicera y papel hacen contacto y el que se separan. Luego muero. Como ahora.