"El Infierno es vivir cada día sin saber la razón de tu existencia." - Sin City

miércoles, 21 de octubre de 2015

El futuro llegó hace rato, […] llegó como no lo esperabas.


No. No soy fan del “Indio” o “los redondos”. Pero no hay mejor descripción o definición para este día. Soy fan de la saga de películas de ciencia ficción “Volver al Futuro”. Hoy, 21 de Octubre de 2015 Marty Mcfly estaría llegando al futuro. No es el futuro que nos prometió el Doc. Brown. No hay patinetas ni autos voladores, no hay chaquetas ajustables y con autosecado. “El futuro no esta escrito, constrúyanse uno muy bueno” le explica el Doc. a Jennifer cuando ella le pregunta por el recuerdo que trajo del futuro. Realmente se me escapa un lagrimón al escribir esto. Esta saga cala hondo en mi ser. Es parte de mi infancia, mi adolescencia, mi adultez y lo será de mi vejez. Es una trilogía de películas completa, entretenida, emocionante y con una gran reflexión: nuestras decisiones marcan el camino. Cuando Marty advierte al Doc. que no alcanzará la carretera para llegar a las 88 millas por hora, él le responde “A donde vamos, no hay caminos”, por que es el futuro y aun no esta definido. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. La vida pega duro y a veces diserta demasiado de lo que esperamos, pero son las decisiones que tomamos en las adversidades las que escriben nuestro destino. La trama de las 3 películas trata simple y llanamente de remendar los errores de malas decisiones tomadas. Y he aquí mi reflexión: No tenemos el futuro que esperábamos y no tenemos derecho a replica. Nosotros lo construimos con nuestras propias manos. Nosotros aportamos cada granito de arena a esta realidad, tan cruda y horrible como el presente al que vuelven Marty y el Doc. luego de corregir su futuro, un presente liderado por un corrupto Biff Tannen, donde el buen George McFly fue asesinado y su asesino es el mismísimo político, y el genio Doc. Emmet Brown es encerrado. Cambien los nombres por gente real. ¿Qué tan lejos estamos? Y no viene mal este día, en este momento, en este país (SOY ARGENTINO), a menos de una semana de la elección a presidente y demás cargos adyacentes. El domingo muchos tendremos la oportunidad de tomar la mayor decisión para recuperar el futuro que esperamos por tanto tiempo. Yo no quiero a Biff Tannen liderando. Quiero ver niños correteando con patinetas flotantes. Maleantes encerrados en tiempo record. Avances tecnológicos. Energía renovable. Quiero ver mis sueños hechos realidad. Quiero ser Marty, quiero ser el héroe de la película, salvar la realidad. Entonces, como dijo el Doc. “Escriban su propio futuro y que sea uno bueno”.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Mesías

Les dejo mi novela, en la que estoy trabajando. Ramiro es un niño de la calle que recibe los poderes del Mesías, un superheroe que resurge de generación en generación. Junto a su amiga Ariadna y su guía Alfredo, anterior Mesías, deberá intentar ser un héroe en un mundo corrupto dominado por la ambición y la política. Portada por Guerrietas Comics (https://www.facebook.com/guerrietas.comics)

 

martes, 16 de junio de 2015

Al final, hay recompensa

Todos morimos alguna vez. Todos nos vimos, o veremos, hundidos en la oscuridad, aferrados a ella, con miedo a volver salir a la luz. Todos temimos el calor, ese que alguna vez tuvimos y nos quemó. Perdemos la chispa y escapamos. Deseamos encenderla, pero al primer resplandor la soplamos, inconscientemente, con el horror en nuestra mirada. A todos nos han partido a la mitad, o en mil pedazos. Todos dimos todo, hasta nuestra realidad y nuestra existencia, por algo que nos dejó así, sin realidad, sin existir, desamparados en la oscuridad, en la soledad. Y nos volvimos sordos, antes las voces que nos incitaban a abandonar ese lugar de seguridad, ese caparazón. Y nos volvimos sordos, a nuestra propia voz. Nos dejamos morir. Matamos el alma, por algo que no salió a la perfección, por algo que idealizamos. Dejamos que nos apuñalaran por la espalda, con el puñal que nosotros mismos ofrecimos. Todos vimos, o veremos, a la muerte a la cara, una o mil veces antes de morir. Y por más que lo deseemos, por más que la seduzcamos, nos dirá que no es nuestro tiempo. Y cuando estemos listos, cuando realmente queramos y podamos, vamos a volver a la luz, con las heridas suturadas, con cicatrices como recuerdos de lo dolorosamente vivido. Algunos mas rápido, otros mas despacio. Solos, o con muletas. Por voluntad propia o por insistencia de quienes realmente nos aman. Algunos irán directo a la luz, sin tambalear. Otros, volverán a la oscuridad en cada tropiezo. Y empuñaremos nuevamente el puñal. Ese único que nos puede matar. Y dejaremos de a poco el negro y los tonos de gris. Y un día, sin darnos cuenta, estaremos en el centro de la luz y miraremos al pasado, a esas lagunas de alquitrán en que nos ahogábamos, pataleando y dando manotazos, y veremos que eran simples charcos de aguas sucias. Y mirando a ese pasado, reconoceremos que por ese dolor, hoy somos tan felices. Sabremos que esa tormenta dio origen al arco iris. Y por momentos, la vida nos recordará, que podemos morir, y la muerte nos recordará lo vivos que estamos. El azar nos demuestra en su descontrol lo hermoso de vivir. Algunos vivirán el resto de sus vidas, como si estuvieran muertos, amargados, odiando cada detalle imprevisto de la vida, cada línea fuera de su cuadrado. Pero los que no, verán la vida como es, un milagro. La oscuridad me tragó durante mucho tiempo. O, mejor dicho, dejé que la oscuridad me tragara mucho tiempo. Caminé directo hacia sus fauces. Tuve mis razones. Y hoy en día no me arrepiento de haber abrazado ese lado de la vida, por que es parte de ella. De a poco pude salir, un poco por propia voluntad, un poco con ayuda de la gente que me quiere ver bien. Encontré nuevas razones para vivir. Algunas siguen presente, otras se fueron en su momento, y hay algunas nuevas. Pero gracias a ese huracán que me tragó y escupió, despojado de todo yo, gracias a arrastrarme a mi caparazón de espinas, hoy disfruto de las cosas más hermosas de la vida y tuve la sabiduría para saber reconocerlas y apreciarlas en el momento justo. Me queda mucho camino por recorrer, mucho por vivir, mucho por morir, tanto por disfrutar y sufrir. Si esto le llega a alguien en esa situación de negrura, quiero que sepa que si se puede, que el dolor vivido no se puede remediar, pero se puede superar, que hay muchas razones para vivir ahí afuera en la luz. Quiero que sepas que hay gente que te espera, que va a estar ahí, tardes lo que tardes en salir. Tomate tu tiempo, camina tus pasos salí y volve todo lo que necesites. Pero salí, porque la vida tiene un premio para vos esperándote, por ser fuerte, mas de lo que crees. Todos tenemos derecho a caernos, pero tenemos la obligación de levantarnos, tarde o temprano. Y si crees que lo que digo no tiene sentido, que son puras palabras vacías, consejos prefabricados, solo puedo decirte que algún día, sin darte cuenta, me vas a dar la razón. Todos caminamos hacia la muerte. Depende de cada uno llegar vivo o muerto hasta ella.

martes, 19 de mayo de 2015

Día Gris






No soporto a esa gente que cree en el destino, las estrellas, el horóscopo, las runas y todos esos misticismos en el que depositan la responsabilidad del rumbo de sus vidas. Soy ateo y me responsabilizo de mi accionar y consecuencias. No soy de esas personas que “no creen en las casualidades”, no ahora, ya no mas. Antes la vida era un guión para mí, tan fácil de leer como un buen libro, si prestabas atención, siempre podías encontrar el indicio de lo que te estaba por pasar a largo o corto plazo. Es casualidad que hoy, que me siento melancólico, la única remera manga larga que encontré a mano fuera gris. Es casualidad que hoy que me siento castrado y domesticado, el dibujo en mi pecho sea una cerradura. Es casualidad que el clima acompañe mi estado de animo, después de tantos días soleados en pleno otoño. Y varias conversaciones me traen a este punto, a recordar el perro rabioso y salvaje que era y a ver el cachorro domesticado y servicial que ahora soy. Una cadena simbólica aprieta mi cuello y mis muñecas. Soy un canario en su jaula, triste, negado a silbar. La hoguera se apagó y el fénix no resurgió. La rutina me adoctrina, en un circulo vicioso de cansancio en el que, tan casado de esta vida, no me quedan fuerzas para salir de ella y sigo con lo mismo. Veo a mis ídolos caídos cada día, pegados en el monitor de esta gris oficina, mirándome y decepcionándose en mi interior. Levantarse a la mañana cuesta cada día mas, como en las épocas de primaria y secundaria. Nunca fui ducho para las obligaciones y responsabilidades, fui un ave libre que volaba sin límite en el cielo y me bajaron de un hondazo. Hoy me arrastro con las alas heridas por el piso y miro al cielo donde vivía, con la tristeza de un pez al mar desde su bolsa de plástico. Miraba a todos desde arriba y hoy los miro desde abajo. Odiaba el protocolo y no había nadie por encima de mí. Hoy tengo autoridades y no se mandar a nadie a la mierda. No me enorgullece esta escritura, es autobiográfica y no imaginativa. Que poca fuerza de voluntad tengo, que un par de golpes a mis sueños me hicieron levantar la bandera blanca. Lleno el vacío con materialismo y creaciones vagas. Se que tengo el niño interno herido y se la pasa jugando, solo, sin hacer nuevos amigos. Y el adolescente que era llora desconsolado, impotente por no haber podido hacer su rebelión. Colgué la capucha y me calcé el traje. Nunca supe sacrificar nada a cambio de nada. Y ahora siento que me sacrifiqué a mi mismo. ¿Hasta que punto lo que necesitamos es mas valioso que nosotros mismos? ¿En que punto nos cansamos de luchar y dejamos todo como esta? ¿Por qué es que asesinamos a nuestros héroes? ¿Por qué, aunque no lo somos, nos creemos el villano? Viví demasiado tiempo en la fantasía y la utopia, hasta que ví la realidad y me sentí impotente. Hasta a veces, pareciera que la historia no nos pertenece, que somos marionetas. Nos ponen una deuda en la mano, un billete en el culo y hacemos lo que nos piden. Hoy no soy el dios. Hoy no soy el demonio. No soy el héroe, ni el villano. Ni siquiera soy yo. Soy alguien que extraña ser la persona dueña de este nombre y numero de identidad.

martes, 10 de febrero de 2015

El Viaje Onírico De Teodoro - Día 1





Teodoro despierta transpirado y con ojeras, la fiebre no le dejó dormir. Hace su rutina mañanera como siempre, excepto por el café, la situación ameritaba un fuerte té. La garganta áspera le dificultó tragar la infusión y tardó más de lo normal. Salió apresurado para no llegar tarde. Afuera el verano acechaba. Corrió a la parada del colectivo que quedaba en una esquina. No vio pasar el suyo al llegar y creyó que estaba atrasado y era su día de suerte. A medias, acertó. El colectivo si estaba atrasado, pero no era para nada su día de suerte. Lo vio acercarse y preparó su pase. 2 cuadras atrás el colectivo tomó un desvío de su recorrido. Teodoro por fin notó el corte de calle 2 cuadras delante. Esperó que el colectivo retomara el recorrido antes de su parada, pero lo vio pasar por la paralela a toda velocidad. Corrió a buscar la próxima parada, que le quedaba bastante lejana. Aguardó media hora por el siguiente colectivo, que vino lleno y por poco lo esquiva. Viajó apretado cerca de la puerta de ascenso. El colectivo se apiadó de todos los pasajeros que su colega anterior dejó varados, lo cual sumó 3 cuartos de hora más al tiempo de viaje desde la casa de Teodoro a su oficina. Bajó del vehiculo con malabares, 2 paradas antes de la suya. Pensó que llegaría mas rápido trotando a la oficina que en colectivo a su parada. Tal vez tuviera razón, tal vez no, eso no retrasaría al reloj. Rezó para que fuera uno de esos días en que el jefe llegaba tarde. Rezaba que llegará extremadamente tarde, por lo menos mas que él. Sus plegarias no fueron oídas. Al llegar a la oficina, fue interceptado por su jefe en los pasillos, quien lo detuvo, le echó una mirada juzgante de cordones a peinado y le llamó la atención. Teodoro le explicó la situación, excusándose por la tardanza. El jefe entendió, pero el retraso no excusaba su imagen desaliñada. Cordones desatados, pantalón y camisa arrugados, ojeras, despeinado, y sudado y ni siquiera traía corbata. Teodoro se disculpó y prometió que no volvería a suceder. El jefe lo envió a su oficina, exigiéndole que necesitaba urgente el expediente que le había dejado recientemente. Teodoro asintió y obedeció, pensando en la corbata que en el apuro olvidó. Al llegar a su escritorio, el día empeoró. El expediente allí arriba ocupaba todo el mueble y seguía en el piso junto a este, con 3 columnas que competían en altura con él. Teodoro se reía de los exagerados archivos de los oficinistas de película, ahora no le parecían tan exagerados, y con la dificultad de su garganta rasposa, se tragó cada una de sus risas. Se sentó urgente a revisar el monstruoso expediente. Al milenio de hojas notó, que el aire acondicionado no andaba. Intentó ventilar el ambiente abriendo la ventana, a las 2 páginas entendió que el aire del exterior era más denso y caliente que el del interior, y volvió a cerrarla. Con el clima aun más denso, siguió con su tarea. El tiempo pasaba lento y rápido a la vez. No llegaba a las dos mil páginas cuando su jefe, con sus tentáculos, le profirió señales eufóricas que acentuaban su  enfado. Exigía a Teodoro tener listo el expediente para cuando volviera de su almuerzo. Con un tentáculo azotó la puerta, casi amarrándose su cola de dragón con ella. Teodoro se sumergió entre las páginas, literalmente. Nadaba entre letras, pero el mar de palabras no refrescaba sus calores, y la marea hacia cada vez más imposible la lectura. Sus compañeros pasaban a su lado, remando con las agujas del reloj, y cuando volvían a sus puestos las dejaban en una ubicación cada vez mas tarde. El tiempo era tirano y azotaba a Teodoro con un látigo. La secretaria del jefe se acercó hacia él para consultarle si estaba listo el expediente. Teodoro no entendió palabra del nuevo idioma alienígena que ella balbuceaba, la mujer centauro salio corriendo, al parecer ofendida, mientras a Teodoro lo arrastraba un remolino de cláusulas enumeradas. La mujer centauro volvió alada, con el jefe cornudo y morado a su lado. De sus pliegues, el jefe sacó un aparato de tortura, que se puso en la cara, al parecer esto lo excitaba, y gritaba de placer. Momentos después, Teodoro miraba como 2 parcas blancas testeaban, tirando de sus brazos y piernas, su constante elástica, y cuando concluyeron que no servía, lo tiraron a un pozo acolchonado. Teodoro miraba como una parca le decía a la otra, con voz de ambulancia: “wiu wiu, wiu wo” y la otra le respondía: “wiu wiu, wiu wo”. Las parcas se perdieron tras las puertas del infierno, y el mundo se volvió un difuso borrón. Las puertas se abrieron tras varios soles verdes, amarillos y rojos, y Teodoro entró en un cielo de olor nauseabundo. Una figura blanca, alta y desgarbada, de ojos reflectantes y sin boca, tocó a Teodoro en el brazo, con su uña de alfiler y él volvió a oscurecer.

lunes, 2 de febrero de 2015

El mundo se acaba





Y el mundo se acaba
El día que los sueños
Se apagan.

En el momento en que crees
Que alguien vale más
Que vos y tu felicidad.

El mundo se acaba
Cuando decidís que ya no hay mas nada.
Cuando crees que ahí afuera,
No te espera nada.

Dejas atrás todo por lo que luchaste,
Porque tu corazón se rompió.
Ya sea por una persona,
O un sueño que no se cumplió.

Te negas a vivir,
Porque la vida te traicionó.
Pero el mundo no se acabó,
Sigue ahí para vos.

Capaz ya no sea como lo soñaste,
Capaz no sea ideal,
Pero es real.

Tiene sus fallas,
Pero sigue ahí sin vos.
Y sin vos no es lo mismo,
Así que te espera.

Tomate tu tiempo,
Respira, y salí al mundo
Cuando sientas que te cansaste
De tanta oscuridad.

De tirarte en el pozo
Y no poder llorar.

Es una decisión difícil,
Pero cuando la tomes,
Vas a ver que hay sorpresas,
Esperándote.

Tal vez la vida
No vuelva a ser la misma
Pero va a ser bella
Desde otro punto.

No una belleza idealizada,
Una belleza real.
Como una flor espinada,
Pero una flor al fin.

Si la tomas con cuidado
Podes sortear las espinas,
Y sino, el pinchazo es solo eso
Frente al dolor que superaste.

El mundo se acaba
Porque vos lo quisiste,
Y la vida te espera
Si vos lo decidís.

Ilustración de Alex E. Olivares

martes, 27 de enero de 2015

Estoy Vivo





Es extraño como un simple viaje puede cambiarte la perspectiva. Como escapar de la rutina puede encaminarte nuevamente a tus bases, aunque sientas que estas a miles de millones de kilómetros de tus inicios. Como ser vos en otro lado del mundo, sin pretensiones, te recuerda quien realmente sos. Texto atrás perdí todo y no supe ver nada de lo que tenía. Porque la depresión, en cualquier nivel, hace eso. Le quita la magia a los ojos. Porque seguis siendo consciente de todo pero no le encontras valor ni sentido. Y la rutina te arrastra, más si te encuentra en una marea de decepciones y desilusiones. Pero descubrí que tengo una amante hace varios años ya y cada vez que voy a sus brazos, me abraza y me hace el amor como ninguna y me deja vivo, queriéndome como soy, recordándome mis sueños, que la vida no se termina en una depresión y que todavía hay tiempo por lograr los cometidos. Y me recuerda que estoy vivo, y que viví, que realmente no tengo nada de lo que arrepentirme. Amé, odié, sufrí, reí, temí. Cada sensación vivida fue mía. Tal vez aprendí, tal vez no, pero no puedo negar que viví. Y hoy me acaricia, tranquilizándome, y me susurra al oído todas las posibilidades y beneficios a mi alcance. Me ha presentado amigos, me ha puesto en situaciones hipotéticas para que razone como reaccionar. Rosario me genera eso, mas allá del evento historietistico con el que me seduce, excusa por la cual la visito, cada año ella me saca del pozo y me enseña una luz de esperanza. Me repite que los miedos son tan reales como se lo permitamos ser. Me duermo en su abrazo y despierto relajado y lleno de energía, es como volver al útero, acariciado por los brazos de tu madre. Y cuando vuelvo a mi ciudad natal, extrañándola desde que parto, se que le debo la vida que tengo por delante. Porque después de besarla, no me deprime no escribir apenas llegar y que no es un fracaso tener un sueldo a fin de mes mientras espero paciente el momento estratégico de convertir el sueño en realidad. Por ella se que hay pasos y paciencia que dar y esperar. Y que un tropezón no es caída. Algún día la visitaré para quedarme junto a ella, pero ahora no es el momento. Tengo una vida que impulsar en la ciudad con la que estoy casado y nuevos pasos que dar. Porque ahora soy consciente que soy dueño de mi camino y que yo puedo forzar las puertas que otros me negaron. Y que soy más que un titulo, que siempre fui una persona con distintas vetas. Nunca me gustó definirme como algo, y sin embargo, durante un tiempo me encajé en un papel que decía quien soy. Olvidé vivir y me obligué a servir. Aprendí a la fuerza el poder de las palabras y el filo de la negatividad oculta en ellas. Y hoy puedo decir, gracias a un stop, que estoy vivo. Salí del pozo. Me encontré. Por años me sumergí en la mugre. Me fui hundiendo lentamente. De a poco. Sentí como me ahogaba en el barro, sin poder nadar. Lo tuve todo. Y lo perdí todo. Fui el espectador de mi vida, vivida por otro yo. Terminé en los lugares en que no quería estar. Odié todo y a todos. Y me odié a mí. Me vacié de la energía negativa que acumulaban todas mis frustraciones y la extrañé. La busqué, porque era la única fuerza motora que conocía. La que se alimenta del dolor del alma, la impotencia, el rencor y la rabia. Elegí el molde de un dios, de un superhombre y traté de llenarlo conmigo y me odié más por no lograrlo. Conocí mis miedos. Abrí mi caja de Pandora, oí los susurros tentadores de mis demonios y me dejé coger por ellos. Me creí cada una de sus mentiras. Escupí sobre todo lo que poseía. Vomité palabras horribles, consciente de sus efectos. Perdí fe, creencias, convicciones y valores. Dejé de creer que todo pasaba por una razón y comencé a pensar que todo era un castigo. Me arrepentí de cada uno de los pasos dados y de todo lo hecho y logrado. Besé al peor mal mental, dejé que la muerte me corteje demasiadas veces. Amé y fui amado. Tuve los mejores amigos y una familia. Y a pesar de sentirme solo, nunca lo estuve. Me acerqué a mis sueños e hice caso a la razón a pesar de mi impulsividad. Aprendí que lo bueno puede no ser eterno, pero no deja de ser hermoso, que los errores están para cometerlos, que la esperanza puede ser terriblemente peligrosa, inflando sueños como zepelins gigantes que se alejan y luego se estrellan arrasando toda el alma en la explosión, y que el incendio puede durar una eternidad hasta consumir el ultimo ápice de la esperanza que lo generó. Aprendí que no estamos vivos por algún motivo cósmico, pero que eso no quiere decir que no tengamos motivos para estar vivos. Y cuando toqué fondo quise aprender a valorar las pequeñas cosas y dejar de volar lejos de todo. Quise ampliar mi paleta de blancos y negros a una gama de grises hasta poder extenderla a colores. Entendí que el sistema no esta en la oficina sino en no vivir como se quiere. Aprendí que al corazón hay que educarlo tanto como al cerebro, que el miedo y la locura corren de la mano alrededor de las debilidades, abusándose de ellas. Que crecer es inevitable y los años se escapan de las manos. Que compartir una vida es complicado y hermoso. Y que la muerte no es la única perdida que te destroza. Que el único enemigo del sistema es el amor propio. Que las peores cadenas y trabas son las que nos auto imponemos nosotros mismos. Que las ilusiones pueden ser más fuertes que la realidad, pero eso no las hace más reales. Que es demasiado fácil ser frío y egoísta. Que son tan pocas las cosas seguras, que si estas convencido de lo contrario, la vida te lo demostrará de un día para el otro. Que una duda puede destruir un universo si la dejas. Que levantarse no es tan fácil como te dicen, ni tan difícil como te parece. Que sufrir esta permitido pero tiene un límite de tiempo. Que la felicidad es la decisión de ser feliz. Que hay que controlar a la mente antes de que te controle. Que los amigos se ganan el titulo en tus tormentas y que muchos huyen ante la primer llovizna. Que los valores son más importantes que los impulsos y solo hay que creerlos aunque no sea con gran convicción y seguirlos para no arrepentirse. Que todo lo aprendido no se pierde. Y quien realmente somos esta siempre presente aunque dudemos.

miércoles, 14 de enero de 2015

MUDO




Quería escribir sobre dioses suicidados. Deidades jubiladas. Iba a usar grandes símbolos para metaforizar. Quería creer que si me esforzaba un poco me podría inspirar. Espero que cada nueva canción me de la fuerza para gritar. Quemo mis bolsillos para no sentir el frío de mi pecho. Despliego un repertorio de bromas improvisadas para ocultar mi realidad. Camino todo el día para no concientizarme del cadáver inanimado que soy. Lleno mis manos de armas para no sentir el vacío que les pesa. Porque estoy mudo. Ni mis manos ni mi boca me dejan gritar. Vivo en la paz de la inactividad. Algunas señales me arrancan una lágrima y me recuerdan que soy humano, o que alguna vez lo fui y aun lo extraño. Lleno mi vida de gente para no sentirme tan solo conmigo. Río y sonrío para ahuyentar mi oscuridad. Admiro fantasías ajenas para no recordar mis sueños perdidos. Y sin mis manos, estoy mudo. Me siento manco, impotente. Recuerdo las palabras y consejos, las quiero creer, las racionalizo, pero hay algo en mí que se rompió y no existe repuesto. Dejé todo por la fantasía que me torturó toda mi vida y en poco tiempo consumió todo de mí. Ni siquiera me esfuerzo en rimar o hacer metáforas, me conformo con poder escribir. Un tiempo respiré este arte, viví este arte, soñé este arte, consumí este arte. Hoy apenas puedo dejar esta mancha en el papel. Soy una bomba nuclear sin núcleo. La fusión en frío sin presupuesto. La cura contra el cáncer que no es negocio. De vez en cuando recuerdo lo que es querer, cuando en pocos minutos mis gatos se llevan el poco cariño que puedo generar. No puedo encender la chispa. Soy un fósforo mojado. No puedo arrancar, soy un motor desguasado. La diosa del amor se colgó del árbol de la vida. El dios del fuego esta internado en un geriátrico, empastillado. Vivo en la cordura y duermo en la rutina. Soy un zombie más que se obliga a sonreír y mantiene la foto velada y polvorienta de lo que alguna vez fui. Intenté ser lo mejor de mí, intenté ser perfecto y hoy todo lo que queda son mis fallas y defectos, mis miedos y dudas. No soy nadie. No me reconozco. Soy una billetera, ya no hay poesía. Froto leño con leño, piedra contra piedra. Estas son las chispas que amagan pero no encienden el fuego. El hielo arde más que yo. Me niego a amar. Como si fuera posible sin corazón. No quiero entregar los vestigios de mí.