"El Infierno es vivir cada día sin saber la razón de tu existencia." - Sin City

martes, 27 de enero de 2015

Estoy Vivo





Es extraño como un simple viaje puede cambiarte la perspectiva. Como escapar de la rutina puede encaminarte nuevamente a tus bases, aunque sientas que estas a miles de millones de kilómetros de tus inicios. Como ser vos en otro lado del mundo, sin pretensiones, te recuerda quien realmente sos. Texto atrás perdí todo y no supe ver nada de lo que tenía. Porque la depresión, en cualquier nivel, hace eso. Le quita la magia a los ojos. Porque seguis siendo consciente de todo pero no le encontras valor ni sentido. Y la rutina te arrastra, más si te encuentra en una marea de decepciones y desilusiones. Pero descubrí que tengo una amante hace varios años ya y cada vez que voy a sus brazos, me abraza y me hace el amor como ninguna y me deja vivo, queriéndome como soy, recordándome mis sueños, que la vida no se termina en una depresión y que todavía hay tiempo por lograr los cometidos. Y me recuerda que estoy vivo, y que viví, que realmente no tengo nada de lo que arrepentirme. Amé, odié, sufrí, reí, temí. Cada sensación vivida fue mía. Tal vez aprendí, tal vez no, pero no puedo negar que viví. Y hoy me acaricia, tranquilizándome, y me susurra al oído todas las posibilidades y beneficios a mi alcance. Me ha presentado amigos, me ha puesto en situaciones hipotéticas para que razone como reaccionar. Rosario me genera eso, mas allá del evento historietistico con el que me seduce, excusa por la cual la visito, cada año ella me saca del pozo y me enseña una luz de esperanza. Me repite que los miedos son tan reales como se lo permitamos ser. Me duermo en su abrazo y despierto relajado y lleno de energía, es como volver al útero, acariciado por los brazos de tu madre. Y cuando vuelvo a mi ciudad natal, extrañándola desde que parto, se que le debo la vida que tengo por delante. Porque después de besarla, no me deprime no escribir apenas llegar y que no es un fracaso tener un sueldo a fin de mes mientras espero paciente el momento estratégico de convertir el sueño en realidad. Por ella se que hay pasos y paciencia que dar y esperar. Y que un tropezón no es caída. Algún día la visitaré para quedarme junto a ella, pero ahora no es el momento. Tengo una vida que impulsar en la ciudad con la que estoy casado y nuevos pasos que dar. Porque ahora soy consciente que soy dueño de mi camino y que yo puedo forzar las puertas que otros me negaron. Y que soy más que un titulo, que siempre fui una persona con distintas vetas. Nunca me gustó definirme como algo, y sin embargo, durante un tiempo me encajé en un papel que decía quien soy. Olvidé vivir y me obligué a servir. Aprendí a la fuerza el poder de las palabras y el filo de la negatividad oculta en ellas. Y hoy puedo decir, gracias a un stop, que estoy vivo. Salí del pozo. Me encontré. Por años me sumergí en la mugre. Me fui hundiendo lentamente. De a poco. Sentí como me ahogaba en el barro, sin poder nadar. Lo tuve todo. Y lo perdí todo. Fui el espectador de mi vida, vivida por otro yo. Terminé en los lugares en que no quería estar. Odié todo y a todos. Y me odié a mí. Me vacié de la energía negativa que acumulaban todas mis frustraciones y la extrañé. La busqué, porque era la única fuerza motora que conocía. La que se alimenta del dolor del alma, la impotencia, el rencor y la rabia. Elegí el molde de un dios, de un superhombre y traté de llenarlo conmigo y me odié más por no lograrlo. Conocí mis miedos. Abrí mi caja de Pandora, oí los susurros tentadores de mis demonios y me dejé coger por ellos. Me creí cada una de sus mentiras. Escupí sobre todo lo que poseía. Vomité palabras horribles, consciente de sus efectos. Perdí fe, creencias, convicciones y valores. Dejé de creer que todo pasaba por una razón y comencé a pensar que todo era un castigo. Me arrepentí de cada uno de los pasos dados y de todo lo hecho y logrado. Besé al peor mal mental, dejé que la muerte me corteje demasiadas veces. Amé y fui amado. Tuve los mejores amigos y una familia. Y a pesar de sentirme solo, nunca lo estuve. Me acerqué a mis sueños e hice caso a la razón a pesar de mi impulsividad. Aprendí que lo bueno puede no ser eterno, pero no deja de ser hermoso, que los errores están para cometerlos, que la esperanza puede ser terriblemente peligrosa, inflando sueños como zepelins gigantes que se alejan y luego se estrellan arrasando toda el alma en la explosión, y que el incendio puede durar una eternidad hasta consumir el ultimo ápice de la esperanza que lo generó. Aprendí que no estamos vivos por algún motivo cósmico, pero que eso no quiere decir que no tengamos motivos para estar vivos. Y cuando toqué fondo quise aprender a valorar las pequeñas cosas y dejar de volar lejos de todo. Quise ampliar mi paleta de blancos y negros a una gama de grises hasta poder extenderla a colores. Entendí que el sistema no esta en la oficina sino en no vivir como se quiere. Aprendí que al corazón hay que educarlo tanto como al cerebro, que el miedo y la locura corren de la mano alrededor de las debilidades, abusándose de ellas. Que crecer es inevitable y los años se escapan de las manos. Que compartir una vida es complicado y hermoso. Y que la muerte no es la única perdida que te destroza. Que el único enemigo del sistema es el amor propio. Que las peores cadenas y trabas son las que nos auto imponemos nosotros mismos. Que las ilusiones pueden ser más fuertes que la realidad, pero eso no las hace más reales. Que es demasiado fácil ser frío y egoísta. Que son tan pocas las cosas seguras, que si estas convencido de lo contrario, la vida te lo demostrará de un día para el otro. Que una duda puede destruir un universo si la dejas. Que levantarse no es tan fácil como te dicen, ni tan difícil como te parece. Que sufrir esta permitido pero tiene un límite de tiempo. Que la felicidad es la decisión de ser feliz. Que hay que controlar a la mente antes de que te controle. Que los amigos se ganan el titulo en tus tormentas y que muchos huyen ante la primer llovizna. Que los valores son más importantes que los impulsos y solo hay que creerlos aunque no sea con gran convicción y seguirlos para no arrepentirse. Que todo lo aprendido no se pierde. Y quien realmente somos esta siempre presente aunque dudemos.

miércoles, 14 de enero de 2015

MUDO




Quería escribir sobre dioses suicidados. Deidades jubiladas. Iba a usar grandes símbolos para metaforizar. Quería creer que si me esforzaba un poco me podría inspirar. Espero que cada nueva canción me de la fuerza para gritar. Quemo mis bolsillos para no sentir el frío de mi pecho. Despliego un repertorio de bromas improvisadas para ocultar mi realidad. Camino todo el día para no concientizarme del cadáver inanimado que soy. Lleno mis manos de armas para no sentir el vacío que les pesa. Porque estoy mudo. Ni mis manos ni mi boca me dejan gritar. Vivo en la paz de la inactividad. Algunas señales me arrancan una lágrima y me recuerdan que soy humano, o que alguna vez lo fui y aun lo extraño. Lleno mi vida de gente para no sentirme tan solo conmigo. Río y sonrío para ahuyentar mi oscuridad. Admiro fantasías ajenas para no recordar mis sueños perdidos. Y sin mis manos, estoy mudo. Me siento manco, impotente. Recuerdo las palabras y consejos, las quiero creer, las racionalizo, pero hay algo en mí que se rompió y no existe repuesto. Dejé todo por la fantasía que me torturó toda mi vida y en poco tiempo consumió todo de mí. Ni siquiera me esfuerzo en rimar o hacer metáforas, me conformo con poder escribir. Un tiempo respiré este arte, viví este arte, soñé este arte, consumí este arte. Hoy apenas puedo dejar esta mancha en el papel. Soy una bomba nuclear sin núcleo. La fusión en frío sin presupuesto. La cura contra el cáncer que no es negocio. De vez en cuando recuerdo lo que es querer, cuando en pocos minutos mis gatos se llevan el poco cariño que puedo generar. No puedo encender la chispa. Soy un fósforo mojado. No puedo arrancar, soy un motor desguasado. La diosa del amor se colgó del árbol de la vida. El dios del fuego esta internado en un geriátrico, empastillado. Vivo en la cordura y duermo en la rutina. Soy un zombie más que se obliga a sonreír y mantiene la foto velada y polvorienta de lo que alguna vez fui. Intenté ser lo mejor de mí, intenté ser perfecto y hoy todo lo que queda son mis fallas y defectos, mis miedos y dudas. No soy nadie. No me reconozco. Soy una billetera, ya no hay poesía. Froto leño con leño, piedra contra piedra. Estas son las chispas que amagan pero no encienden el fuego. El hielo arde más que yo. Me niego a amar. Como si fuera posible sin corazón. No quiero entregar los vestigios de mí.